Entrada victoriosa a la ciudad de Guatemala (13 de abril de 1829), 195 años de una controversia

Ismael Zepeda Ordóñez.

La crisis centroamericana entre los años 1826-1829 provocó una parálisis en el desarrollo de las instituciones de la República Federal y alentó los embrionarios sentimientos nacionalistas de las élites políticas de cada provincia. El comportamiento autoritario del presidente Manuel José Arce al imponer en cada Estado a simpatizantes de su proyecto político y provocar una ruptura con los dirigentes liberales, aliándose con fuerzas conservadoras, son elementos que explican el desánimo y la desconfianza que experimentaron sectores fuertes de la región frente a la modelo federal, y quienes desde el extranjero estaban interesados ​​en apoyar el reconocimiento político de la federación centroamericana. La prolongada crisis produjo grandes pérdidas en el tesoro público y convirtió los préstamos forzosos y voluntarios y la confiscación de bienes piadosos en un mecanismo para financiar guerras civiles. Por eso la guerra civil de 1829 entre los ejércitos de El Salvador y Honduras contra Guatemala tuvo consecuencias que repercutieron durante muchos años y despertaron interés entre los estudiosos. El año 1829 representa un antes y un después en la historia de la República Federal de Centroamérica. Una serie de acontecimientos confirmaron este punto de inflexión. Un levantamiento en Olancho obligó al gobierno hondureño a enviar la “División del Pacífico” al mando del coronel José Antonio Márquez para sofocarlo, con instrucciones de agotar todas las medidas para una solución pacífica contra la insurrección, antes de pasar a un conflicto militar. El Estado busca su reorganización institucional con el nombramiento de las autoridades del Poder Judicial y del Consejo Representativo, una especie de senado. La elección de Morazán y Diego Vijil como autoridades supremas del Poder Ejecutivo es un esfuerzo por mantener a flote al gobierno hondureño amenazado por invasiones externas y conflictos internos. Asamblea ordinaria decreta indulto para todos los involucrados en el levantamiento de Olancho. El gobierno de Costa Rica acredita al comisionado Manuel Aguilar para mediar en las negociaciones entre los ejércitos de El Salvador y Honduras al mando del coronel Francisco Morazán, quien desconoce el contenido del tratado de Esquivel porque no es vinculante con el nuevo orden de cosas. . Con sus fuerzas militares estacionadas en Texiguat, pasando por Tegucigalpa, Morazán emprende rumbo a El Salvador. Una vez organizado el Ejército Aliado Protector de la Ley con tropas hondureñas y salvadoreñas, marchó hacia la capital de Guatemala, a principios de febrero de 1829. En sus memorias de 1841, Morazán destaca el patriotismo y generosidad de las mujeres del pueblo, que animaban al soldado con su valor y lo alimentaban con el trabajo de sus manos. El apoyo popular a Guatemala logró éxitos en las batallas de Las Charcas, El Aceituno, Mixco y San Miguelito, que fueron la antesala de la entrada victoriosa el 13 de abril a la ciudad de Nueva Guatemala de la Asunción. El ingreso triunfal de soldados descalzos, con ropas raídas, avergonzó a los soldados y oficiales guatemaltecos, provocando enorme desilusión y desencanto entre los miembros de la élite de la antigua Capitanía General, sumado a la falta de validez de las capitulaciones firmadas por Aycinena, Pavón, Arbeu y Morazán bajo los auspicios del general Juan Verveer, ministro residente de Holanda. La victoria del lunes 13 de abril se interpreta como el inicio de la Revolución Social encabezada por el General Francisco Morazán y el proceso de heroización de su figura. Su construcción cultural tiene su origen en la declaración del “Benemérito de la Patria” por parte del poder legislativo de Guatemala, cuya efectividad, según Rómulo E. Durón, fue ínfima. En Honduras, la asamblea ordinaria reunida en Tegucigalpa recibe comunicaciones sobre el ingreso del ejército libertador a la capital de Guatemala y acuerda: Que se celebre una misa solemne con sermón de acción de gracias con asistencia obligatoria de todas las corporaciones y empleados públicos de la ciudad. Se ordenan salvas de artillería y fusilería, repetidas durante tres días entre las seis de la mañana y las seis de la tarde, disparando un tiro cada media hora, colocando coronas de alegría en las puertas e iluminando las calles principales. Se ordena un banquete con música de orquesta y se pronuncia un discurso sobre las circunstancias. Los municipios y el erario del Estado deben patrocinar todas las actividades de tan gran día. En consecuencia, el 13 de abril fue declarado Fiesta Cívica de Primer Nivel, a partir del año siguiente. Durante las deliberaciones en la asamblea de aquel 29 de abril, el diputado por Comayagua Don Santos Bardales comparó, por primera vez, a Morazán con el Libertador Simón Bolívar. Desde el Poder Ejecutivo se encargó un retrato de tamaño regular con trofeos militares de él y dos bustos esculpidos para ser colocado en el Salón de Sesiones y otro en el Palacio de Gobierno. Sin duda, Honduras es quien inicia el proceso de creación de memoria para heroizar la figura de Morazán, luego Guatemala, El Salvador y Costa Rica con la declaración del personaje de “Bemérito de la Patria”. El cura interino de Texiguat y diputado por Choluteca, Benito Morazán, un hombre gris sin talento ni pasión, fue presidente de la asamblea ordinaria en 1829 y luego desapareció del escenario político de Honduras. Las decisiones tomadas por Morazán después del 13 de abril son fuente de una controversia constante. La expulsión de regulares, el cierre de conventos, la confiscación de propiedades, el exilio forzoso de miembros de la élite guatemalteca y los préstamos forzosos son parte de la política de asegurar el control sobre el Estado de Guatemala. Las memorias de Montúfar Coronado y García Granados cuestionan las decisiones de Morazán, ubicándolas como parte del carácter autoritario y militarista del vencedor. Pedro Joaquín Chamorro (1951), en su Historia de la federación, adhiere a la tesis de considerar un error la política de expulsiones dictada por el héroe y el desconocimiento de los acuerdos políticos celebrados antes de la victoria. El trabajo de Woodward (2002) se suma a esta evaluación negativa de la política posterior a la victoria de Morazán. En sus memorias Montúfar y Rivera (1823-1898), destaca el impacto que tuvo en su madre, “El destierro del arzobispo fray Ramón Casaús y de los frailes, verificado a raíz del triunfo del general Morazán en 1829, provocó su gran arrepentimiento. profundo” En el imaginario religioso de la élite guatemalteca, las decisiones de Morazán profundizaron el rechazo a su figura, alertando a otros sobre un eventual triunfo en sus territorios. Las medidas tomadas por Morazán serán una fuente de controversia que ha perdurado en la narrativa morazanista y antimorazánista durante aproximadamente doscientos años. Una interrogante que surge es determinar si Morazán, al momento de redactar su testamento, donde reconoce “haber causado algunos males a mi patria”, estaban frescos en su memoria los hechos de 1829. ¿Morazán hablaba de Honduras o de Centroamérica como nación? Y la rectificación de sus opiniones en política, en la carrera de la revolución, ya era demasiado tarde. El historiador Lacaze (2022) sostiene que el proceso de heroización de Morazán es entre 1848-1858, el cual corresponde a su exhumación, repatriación e inhumación, utilizando la trilogía cristiana de muerte, crucifixión y resurrección para identificar a un “Semidiós Patriótico” porque, “Morazán Fue heroizado en torno al ideal unionista, identificándose con valores considerados universales y compartidos por una amplia cultura política. Pero la batalla de la memoria ha sido larga y compleja”. La dialéctica de atracción/repulsión, admiración y rechazo, adhesión y ruptura ha llevado a otros usos políticos de la figura de Morazán. Para fortalecer la idea del proyecto unionista, el Consejo Superior de Universidades Centroamericanas (CSUCA) desarrolló un Taller denominado “Estrategias para incorporar el tema de la integración centroamericana en los currículos universitarios de la Región” en diciembre de 2011. Más de un década transcurrida desde aquella reunión no han producido los resultados y objetivos fijados. La antología publicada es parte de un proyecto de integración política con nuevos actores, un nuevo proceso institucional sin héroes ni líderes. Un proyecto unionista sin el héroe de 1829, sin memorias históricas, ni derrotado ni victorioso. Y erradicar expresiones como “Morazán no fue asesinado por la reacción conservadora de Costa Rica, desarmada y derrotada durante años por don Braulio Carrillo, sino por un pueblo entero que quiso dedicar todo su esfuerzo y vitalidad al progreso pacífico de la frágil Costa Rica. » (Facio, 1939, p.89). Con todos los errores y decisiones que cuestionan la integridad del héroe, la entrada victoriosa a la Ciudad de Guatemala del Ejército Aliado Protector de la Ley sigue causando trauma entre los opositores al proyecto político de unidad centroamericana. Por lo tanto, mantener vigente el ideal y los sueños de Morazán es una tarea urgente ante los desafíos del siglo XXI.

Referencias:
I. Alonso, Agustín. Semblanza biográfica cronológica del General Francisco Morazán, en Boletín del Distrito Central, Edición en homenaje al héroe inmortal de la Unión de Centroamérica. En el primer centenario de su muerte. Tomo V- Año V. Tegucigalpa, abril a septiembre de 1942. Números 49 al 54. Pp, 7-57.
II. Durón, Rómulo E. Efemérides de Honduras. Revista Universitaria. Año 1829. Tomo V. 1913. Pp, 200-233.
III. Chamorro, Pedro Joaquín. Historia de la Federación de Centroamérica, 1823-1840. Ediciones Cultura Hispánica. 1951, págs., 247-289.
IV. Facio, Rodrigo. Trayectoria y Crisis de la Federación Centroamericana. Universidad. Revista de la Universidad de El Salvador. Número 1-2. Enero-junio de 1960. Año LXXXV. P, 89.
V. Fernández Alfaro, Joaquín Alberto. Canciller Montúfar. Edición del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. San José. 2014. P. 5.
SIERRA. Lacaze, Catalina. Francisco Morazán, ¿El Bolívar de Centroamérica? Editorial UNAH, 2022. Tegucigalpa, pp, 50-68, 464 y 474.
VII. Martínez López, Eduardo. Biografía del General Francisco Morazán. Segunda edición. Tipografía Nacional. 1941. págs., 55-98.
VIII. Marure, Alejandro. Bosquejo de las revoluciones de Centroamérica, 1811-1834. II Tomos. Colección Bicentenario. Universidad de San Carlos de Guatemala.
IX. Montúfar y Coronado, Manuel. Memorias de la historia de la revolución. Imprenta de la Paz. Guatemala. Segunda edición. 1853. Documentos de respaldo. págs., 99-110.
X. Soto Acosta, Willy y Max Suárez Ulloa (Editores) Centroamérica: casa común e integración regional. Universidad Nacional de Costa Rica- CSUCA. 2014.
XI. Taracena Arriola, Arturo. Editor. La Primera Guerra Federal Centroamericana, 1826-1829. Editorial de la Universidad Rafael Landívar. Guatemala. 2015.
XII. Taracena Arriola, Arturo. Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena: Los Altos de Guatemala de Región a Estado (1740-1871). Biblioteca Básica de Historia de Guatemala. III Edición. 2011.
XIII. Woodward, hijo, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creación de la República de Guatemala, 1821-1871. Ediciones Cirma, Miami, Estados Unidos. 2002. págs., 45-51.

By Elba Mota Ochoa

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