A Pablo Martín Gavira (Los Palacios y Villafranca, 19 años), conocido como Gavi, le preguntaron un día cuando aún era un juvenil residente de la Masia: “¿Cuáles son las tres cosas que más te gustan?”. “El fútbol, las chicas y el helado McFlurry de McDonalds”, dijo el jugador del Barça. Hoy, asentado ya como futbolista profesional a sus 19 años, titular en el equipo de Xavi, su opinión sería seguramente la misma, orgulloso de su trayectoria desde que salió siendo niño de Los Palacios.
Gavi está encantado de la vida y es además tan barcelonista que puede jugar hasta con una ficha cautelar y un contrato menor por las necesidades económicas del club que preside Laporta. “Arréglalo para que pueda jugar en el Barça”, le insistió a su agente, Iván de la Peña, cuando había dudas sobre su continuidad por las ofertas recibidas de distintos clubes de Europa. No hay quien le saque del campo una vez que ya ha entrado por accidente, necesidad o decisión del técnico como reconoce el propio Xavi.
A más competencia, mayor protagonismo del internacional azulgrana, figura destacada de la remontada del sábado pasado contra el Celta en Montjuïc, hilo conductor de la jugada del definitivo 3-2. Apretó hasta ganar la pelota en el córner a la izquierda de la portería de Ter Stegen y progresó hasta la cancha contraria para detectar el desmarque de João Cancelo y habilitar al portugués para entusiasmo de los 40.000 hinchas reunidos en Montjuïc. “Gavi nos recuerda a veces a Deco”, advierten desde la Ciudad Deportiva Joan Gamper, “porque ataca y defiende en la misma jugada”, igual que el hoy director deportivo del Barcelona.
Xavi no para tampoco de elogiar a Gavi: “Sabemos de lo que es capaz; es un futbolista bestial, es el alma, el corazón, la pasión”. Y, para recordar sus funciones y alimentar su competitividad, añade: “También debe asumir más veces el pase de gol y el gol”, autor ya de dos tantos y una asistencia, señal de que no solo es un futbolista muy laborioso e irreductible sino que también está cualificado técnicamente, mucho más visible y apreciado desde que actúa como volante y no como falso extremo, ahora más imprescindible que nunca por las lesiones de Frenkie de Jong —su ausencia puede durar un mes y medio y es seria duda para el clásico del 28 de octubre en el Camp Nou— y Pedri.
Las virtudes se imponen definitivamente a los defectos después de un tiempo en el que se le invitaba a medir su combatividad y a mejorar el juego de posición tan exigente en un equipo como el Barça. Jugador de mucho carácter y apasionado del juego, Gavi se ha ganado por igual al periodismo que a la hinchada del Barça. Avalado por su transparencia, huye tanto de la propaganda como de la crítica, nunca se expone en los escenarios que no domina ni le interesan, un comportamiento que en determinadas situaciones recuerda “al que tenía Messi”, recuerdan en el Barcelona.
“A veces puede parecer que no sabe, le da apuro o no se atreve, como si tuviera algún problema, igual que pasaba cuando se enjuiciaba la personalidad de Leo”, insisten fuentes del club, “y resulta que simplemente se aleja de cuantas cosas no controla o en cambio interviene en lo que le interesa, siempre consciente de que está en el Barça”. No es extraño por tanto que no se prodigue en las entrevistas ni en la publicidad, por más seguidor que sea de las redes sociales, y en cambio sea altruista desde el anonimato, un muchacho muy querido en la Masia.
Hubo un tiempo, justo cuando ascendió al primer equipo, en que en más de una ocasión pagó la cuenta de sus compañeros, como acto de gratitud y no de pedantería, tan generoso y honesto como distraído, muy capaz de perder en una misma semana el DNI, el pasaporte y la tarjeta de crédito para desespero de los ejecutivos del Barcelona.
La mayor preocupación de Gavi, hiperactivo por naturaleza y de carácter ganador, es la pelota y la portería contraria, independientemente del fondo en que se sitúen los seguidores del Barça. El fútbol del volante es tan expansivo como contagioso y ahora resulta más efectivo desde que juega de cara y no tanto de espaldas, muy metido como interior y menos expuesto en la banda, porque no se distingue precisamente por el regate ni es Iniesta.
Gavi no se ha sentido intimidado por la llegada de Oriol Romeu, Gündogan y João Félix sino que ha dado un salto de calidad en Montjuïc. A gusto en la cancha, nunca temió por el escenario ni por la reacción del público, como se sabe desde juvenil, cuando en una charla en la Masía afirmó: “Me pongo más nervioso cuando tengo que habar con una chica de 16 años que cuando juego ante 90.000 aficionados”
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