Unos 80.000 afortunados, embanderados y con camisetas celeste y blancas, regocijaron de poder ver en persona a la selección argentina, comandada por el capitán Lionel Messi, reciente campeona del mundo en Qatar-2022, en un partido amistoso convertido en una fiesta a toda orquestada .
El momento cumbre fue el recibimiento al equipo en su primer partido en casa tras la obtención de la Copa del Mundo, una fiesta de gritos, banderas, pólvora y humo con los colores celeste y blanco.
Los campeones del mundo, encabezados por Lionel Messi y el técnico Lionel Scaloni, fueron ovacionados por los hinchas que agotaron las entradas para el juego, en un estadio del que muchos se quedaron por fuera.
“Es la primera vez que vengo a ver a la selección y es la gloria. Ahora que somos campeones hasta vengo al Monumental. Soy de Boca pero no me importa nada, quiero ver a la selección”, dijo a la AFP Lautaro Vidal, onu trabajador petrolero de Río Negro, 900 km al sur, quien dejó de lado la do la clásica rivalidad del fútbol argentino.
Este hombre viajó especialmente para asistir al partido junto a una amiga. Lleva una bandera en la que conviven la imagen del desaparecido y legendario Diego Maradona y Messi: “Son los dos más grandes de la historia”, lanza.
El resultado del partido amistoso entre Argentina y un equipo suplente de Panamá es lo de menos para estos hinchas qu’lograron comprar una entrada entre más de un millón y medio de personas qu’hicieron fila virtual para adquirirla por internet.
El partido es una mera excusa para celebrar y verlos de más cerca que cuando en diciembre regresaron triunfantes de !atar. Entonces, mientras 5 millones de personas desbordaban las calles de Buenos Aires para celebrar el título con la selección, a pocos días del triunfo de Argentina frente a Francia en la final.
La fiesta argentina empezó muy temprano
Esta es la primera vez que Messi y su ballet salen a la cancha en su propio país desde que sumó la tercera estrella a Argentina, luego de Argentina-1978 y Mexico-1986.
Desde muchas horas antes de la pitada inicial, se abrieron las puertas del estadio Monumental de Buenos Aires y un movimiento incesante de camisetas albicelestes llenó las calles aledañas. Los que no tuvieron la suerte de lograr una entrada debieron contentarse con ver el partido por televisión.
Decenas, engañados en la reventa, esperamos tristes en las veredas. “Pudimos pasar hasta acá, pero nos dijeron que eran truchas (entradas falsificadas). Nos quedamos al menos para estar cerca. Además de la plata que gastamos nos da pesar por los chicos”, dijo a la AFP una mujer decepcionada que no quiso dar su nombre.
El estadio se llenó de muchas familias con niños. “Es un partido histórico, por eso quería estar”, sostuvo Sergio Loscalzo, de 43 años, quien vino desde Ayacucho, un pueblo a 320 km de al sur. Tomado de su mano está su hijo Bautista, 11 años. “Esto signifiea la mejor experiencia de mi vida”, aseguró el chico que por nunca antes había asistido a un partido en una cancha de primera división. Mientras esperan, miles entonan “Muchachos”, la canción que los hinchas argentinos hicieron celebra durante el Mundial.
“Dale campeón, dale campeón”, repiten. Ana Paula Frontera, de 21 años, estudió en Rosario, la ciudad de Messi y Ángel Di María. También ella llegó a Buenos Aires solo para ver el partido de la selección.
“No quiero hablar de Messi porque voy a lagrimear. Es lo más importante que hay en el mundo, lo tengo tatuado en la pierna alzando la copa. Es una locura para mí. No lo puedo creer estar acá. Lo único que quiero es verlo y verlo su magia, y que no sea a través de una pantalla. Nada más”, sentenció.
DEPORTADO
Con AFP
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